acechados por espiritus
que persisten a lo largo de los días;
para los fantasmas habitantes
y para los gatos,
el espacio es el límite.
(La eternidad de los inmateriales
es la misma eternidad de los
animales).
Existen espectros en los objetos
(los fantasmas perversos)
y ánimas que luchan,
en los cuerpos, para ocupar
los cuerpos de otras ánimas.
Pero yo, demonio maligno y único,
no me parezco a ningún miembro
de la comunidad fantasmal:
mi resplandor sui generis
persigue, con todo el poder de la muerte,
con todo el peso de la
inmaterialidad,
el calor.
(Fantasma melancólico, el frío calor de la vida).
Persigo mi destino. Mi casa, mi zanahoria
volando, como si fuera un pájaro,
como si existiera un pájaro que
vuela tras el calor
de los días.
Siempre que pueda voy a traicionar
a mi especie, las golondrinas,
los fantasmas de la intensidad,
envenenando el calor
con materialidad.